Estos días he visto en las redes sociales un debate sobre un artículo publicado en 5 Días: «Objetivo: trasmitir optimismo en la empresa», donde como es normal en este tipo de debates había posturas diferentes, unos defendían a toda costa el optimismo como una pauta fundamental en las actuaciones de los directivos y otros intentaban desmontar esta postura, evidentemente unos y otros con argumentos de mucho peso.
Como las cosas nunca son blancas o negras ya que existen los grises, y además afortunadamente una gama infinita de colores, es por ahí donde deberíamos aportar el optimismo a nuestra empresa, pero todo ello impregnado de un realismo que nos permita acometer los retos de una forma adecuada, a este respecto Emilio Duró en una conferencia indicaba: A un burro por mucha motivación que le pongamos, no podremos conseguir que salte un obstáculo como hacen los caballos en el Gran National (no son palabras textuales), por tanto optimismo y motivación, si, pero sin perder de vista la realidad.
Las posturas excluyentes nunca son buenas, y desafortunadamente para todos nosotros tenemos en la vida real ejemplos muy recientes sobre posturas extremas.
- Optimismo sin más: Todos los problemas de este país se iban a resolver con el optimismo, la realidad luego nos ha puesto donde ahora estamos.
- Realismo sin más: Todo está muy mal y lo único que se hace es constatarlo, con esta postura lo único que estamos consiguiendo es estar peor y posiblemente si nos descuidamos acabemos por reventar nuestras vísceras.
Sin perder de vista la dura realidad seamos optimistas, tal vez así nos vaya un poco mejor a todos, y además entre ser optimista o un cenizo, evidentemente prefiero lo primero, finalmente como reflexión os pongo esta frase que leí el otro día: «Al final todo va a salir bien, si no ha salido bien, es que todavía no es el final».
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Optimismo, pesimismo, realismo y riesgo (artículo en pdf)
Optimismo la forma de afrontar el futuro (Expansión.com)